ESTRUCTURA Y ARGUMENTO
Esta novela, que forma parte de la trilogía La lucha por la vida, es una de la más filosóficas y reflexivas del autor, miembro eminente de la llamada Generación del 98.
Se la podría catalogar como novela de “desaprendizaje” más que de “aprendizaje”, ya que el protagonista, Andrés Hurtado, a través de sus sórdidas experiencias con su familia, la facultad de medicina, su breve carrera como médico y su experiencia amorosa, llega a la conclusión de que no encaja en esta sociedad ni en este mundo y decide quitarse la vida. El final recuerda a las obras de otros autores del 98, cuyos protagonistas veinteañeros, tras un periodo de “desaprendizaje” social y una crisis existencial, deciden asimismo suicidarse. Ocurre en La voluntad de Azorín y en Amor y Pedagogía de Unamuno.
¿POR QUÉ LEERLA?
Cogí por primera vez este libro en 1987, porque era de lectura obligatoria en Bachillerato. Sin embargo, a diferencia del resto de lecturas prescriptivas, que eran aburridas de solemnidad o insustanciales, esta me impactó tanto que desde entonces me la he releído varias veces.
La intención del autor, me parece a mí, es utilizar la vida del protagonista y el mundo que ve a través de sus ojos como ejemplos de la filosofía existencialista, principalmente de la de Schopenhauer. Y lo hace de un modo ameno y entretenido, describiendo vivas escenas de la época que, en ocasiones, llegan a ser algo macabras.
Todo este panorama descriptivo va acompañado con interpretaciones teóricas y reflexiones filosóficas, razonadas por el propio Andrés, o por su tío, el escéptico Iturrioz. La conclusión a la que se llega es que el hombre es poco más que una bestia que lucha por sobrevivir y reproducirse y que la pizca de razón y consciencia que posee, en lugar de facilitarle las cosas, se las pueden complicar aún más. Únicamente una voluntad fuerte y egoísta le permite al hombre sumergirse en la acción y en la lucha por la supervivencia, y pueden llegar a salvarlo. Se trata pues de una novela de corte filosófico, que inicia al lector en las enseñanzas de Schopenhauer y otros pensadores alemanes.
La otra novela de Pio Baroja Camino de Perfección, tiene una acción que corre de un modo paralelo a El árbol de la Ciencia; si bien el resultado es inverso, ya que en este último caso es la voluntad de su protagonista la que se acaba imponiendo con éxito sobre el hastío de la existencia.