Reseña de Forolibro.

RESEÑA DE HUMANOFOBIA DE FOROLIBRO.

TÍTULO: HUMANOFOBIA.

AUTOR: JOEL SANTAMARÍA MATAS. 

EDITORIAL: EDITORIAL LIBROS INDIE, 2020 – WEB

PÁGINAS: 275.

– GUSTARÁ

A los amantes de la ciencia ficción, no tanto por la complejidad en su apartado narrativo, si no en su exposición de motivos y en el escenario elegido por el autor. Será del interés de todos aquellos que gustan de la aventura y las correrías pero que no les es suficiente para disfrutar a fondo con la lectura, sino que quieren más y por ello escarban en las opciones que tenemos como sociedad que llega a un punto presente de colisión política, social y medioambiental. Joel Santamaría suma sus inquietudes y las comparte con los lectores asiduos a un género que debería crecer por estos derroteros y no por otros más pisados (aunque muy de moda en el presente).

– NO GUSTARÁ  

A los lectores que prefieren lecturas ligeras, sencillas en la narración y manejables en las descripciones. La presente novela tiene más de desesperanza que de supervivencia y más de impotencia que de frenesí cinematográfico. El lector acostumbrado a historias que no hurguen en la herida de nuestro imperfecto mundo de rumbo renqueante y fatigado quedarán algo defraudados.

– LA FRASE 

“Opinaba Saúl que la libertad sexual de los residentes, sus continuos líos sentimentales, no eran en realidad más que síntomas de un tremendo autismo, de una incapacidad manifiesta para aguantar a otra persona viviendo bajo el mismo techo durante más de medio año seguido. Le solía decir también a su hijo que el entusiasmo con el que a veces se enredaban con los foráneos para eventuales aventuras amorosas se trataba en realidad de una farsa, pues al valorar a alguien, lo que más pesaba era su vivienda habitual”.

– RESEÑA

Humanofobia, de Joel Santamaría. Distopía con trazas de ciencia ficción postapocalíptica y urbana. No tenemos que irnos a paisajes de ficción como el Panem de los Juegos del hambre, la Negociudad de Mad Max o los atoles dispersos de Waterworld. Ni siquiera al Nueva York de Soy Leyenda, al Londres de 28 semanas después, al París de La noche devora el mundo o al Madrid de Apocalipsis Z de Manel Loureiro. Estamos en la Barcelona de 2089, en la que, tras diferentes conflictos internacionales, el orden establecido y conocido por todos en la actualidad ha volado por los aires. El equilibrio democrático se ha tornado en una especie de chavismo venezolano donde, bajo una apariencia democrática, un orden supragubernamental dirige los designios de todos los ciudadanos mediante el férreo control de los medios de comunicación, de producción y de educación. Todo sucede mientras una pequeña élite vive a cuerpo de rey protegida por el ejército y deriva grandes fortunas a bancos foráneos para el hipotético momento en el que tuvieran que salir por patas. Al mismo tiempo, las milicias campan armadas hasta los dientes por las calles imponiendo sus juicios sumarios a los disidentes del régimen. La teoría es el imperio de las urnas, pero la práctica es que los resultados de las elecciones están viciados de raíz. En Humanofobia encontramos claros ejemplos en nuestro presente, así como toda una explicación estructural y arquitectónica que expone los cimientos de esta nueva sociedad que nace de las cenizas de la anterior. Una cohabitante mezcla de maoísmomarxismo con el fundamentalismo religioso del Antiguo Testamento bíblico hace crecer a una nueva fuerza. Cuando la civilización llega al punto de no retorno del caos, irremediable siempre salen los supuestos salvadores que son aupados por el gentío muerto de hambre. Son jaleados para que restablezcan el orden sobre la corrupción que les ha quitado el pan de sus hijos. Ellos se izan al poder para, a continuación, aplastar a sus propios correligionarios con interminables purgas internas. Jacobinos, bolcheviques, Camisas negras, Despotismo ilustrado, Jemeres Rojos, SS, Hutus, Sendero luminoso… Innumerables purgas a lo largo de la historia han creado órdenes dictatoriales y monstruos en sus tronos. De ahí el interés sociológico y literario de estos modelos políticos. No son pocos los investigadores y estudiosos que piensan que vamos, irremediablemente, hacia regímenes totalitarios y plenamente controladores de la intimidad de sus ciudadanos. Por lo tanto Orwell, entre otros muchos, parece que no iba tan desencaminado.

Del mundo futurista que nos propone Joel  Santamaría lo primero que destaca es el desarrollo de sus utópicas propuestas en la ciudad de Barcelona, que la hace reconocible al lector pero con suficientes variaciones para que avance setenta años en el tiempo sin que pierda parte de la esencia contemporánea. Aquellos que transiten a diario por las calles barcelonesas se verán especialmente contagiados del espíritu de este relato de ficción y verán cómo del presente de derechos, esparcimiento y libertades se puede pasar a un escenario aberrante y subyugante. A destacar también en el aspecto social, el espacio que ocupa la mujer que se retrotrae a tiempos medievales, al presente islámico de muchos países árabes o a la también distopía de Margaret Atwood en El cuento de la criada. La influencia bíblica, una vez más, y las reinterpretaciones estrictas del Antiguo Testamento, al igual que en la obra de Atwood, derivan a llevar al universo femenino a la reducción en derechos y función social. El colectivo femenino que destaca e iguala sus derechos en sociedades democráticas avanzadas, a fuerza del sudor de las reivindicaciones y las lágrimas de sus pioneras que se enfrentaron con sus proclamas a las porras de los que quisieron acallarlas, son ahora las más damnificadas cuando las sociedades se enfrentan al traumatismo del apocalipsis o durante el auge de gobiernos con fuertes componentes dictatoriales o de legislación basada en la teocracia. A lo largo de toda la novela el autor nos relata, con puntual cita, la realidad de las mujeres cuando la democracia cae y la ley del más fuerte y el costumbrismo histórico imperan de nuevo. Unas aceptarán su nuevo rol. Si cumplen las reglas podrán continuar con sus vidas con relativa normalidad; mientras tanto, otras se rebelarán y no se doblegarán a la imposición de perder todo lo que les ha costado tanto alcanzar. Como siempre, en estos momentos de opresión, son muy interesantes los personajes femeninos que intentan imponer la “sharia” a sus propias compañeras (recordemos a “las Tías” de El Cuento de la criada que someten, con las estrictas reglas del sistema, a las propias criadas, y a la élite de “las esposas” que desvían la mirada mientras consigan el propósito de ser “madres”). La lucha de intereses y clases supera a la de géneros cuando el orden establecido toca a su fin.

Uno de los puntos fuertes de la novela es la construcción del culto azraelita (término que podría hacer referencia al ángel de la muerte para los judíos y musulmanes, además de un guiño al gato de Gárgamel en Los pitufos del dibujante belga, Peyo). La construcción históricosocial de este culto por parte del autor es muy interesante ya que la define mediante la descripción narrativa y en los propios diálogos de los personajes de tal manera que conforma una idea muy realista de la Barcelona futurista que nos expone. Al contrario de otras obras utópicas, donde las corrientes de pensamiento totalitario se dibujan con clichés, lugares comunes, obviedades y recursos mas que manidos, en el presente caso el autor realiza una inmersión suave y progresiva en la sociedad que ha inventado y que bebe de fuentes presentes para explotar en un futuro descorazonador. Dos referentes nos vienen a la cabeza sobre esta construcción que parte de un pequeño grupúsculo minoritario de adeptos que son vilipendiados por la mayoría hasta que, por distintos motivos, consiguen alzarse, cambiar las reglas y asentarse como la nueva (y única) creencia permitida. Es en ese preciso momento cuando intentarán erradicar cualquier atisbo de disidencia. Valga la película Ágora, Alejandro Amenabar, 2009 y la serie The Leftovers, Damon Lindelof, 2014 como ejemplos de las repercusiones que afloran en una sociedad cuando se cortan las vías de la reflexión personal y se abraza el borreguismo por la presión constante del grupo. Muere entonces la inteligencia y nace la opresión dictatorial, tanto física como psicológica. Nunca se debe subestimar el poder de una secta.

Debemos comentar, muy a favor de la presente obra, que la estructura formal y el contenido de la misma se aleja de la (a nuestro juicio) excesiva cultura de la ciencia ficción manufacturada (no siempre) para adolescentes. No le restamos ni un ápice de mérito a todas estas propuestas que han llegado muy lejos en su recorrido para sus (nosotros mismos) lectores. Sagas como: Los juegos del hambre, Divergente, El corredor del laberinto, Soy el número 4, etc, han adaptado y rejuvenecido tramas e introducido elementos de género para el público más joven. Si hace años se calificaba como literatura juvenil a 20.000 leguas de viaje submarino (de lectura imprescindible) hoy lo es a la saga del Sinsajo. Y no está de más no olvidarse de los pilares del género, empezando por uno de los mayores humanofóbicos de la historia de la literatura, el capitán Nemo. Pues bien, en la presente novela, el autor ensancha el panorama de la ciencia ficción contemporánea sin buscar un público juvenil (aunque perfectamente adaptable a la presente obra). La complejidad de ciertos elementos y su acercamiento a los temas políticos van más allá del encorsetamiento de las tramas centradas en la pura supervivencia. Son tiempos en los que vamos sobrados de purgas, refritos de Battle royale y Fornite. Los lectores que quieran ir más allá estarán de enhorabuena con Humanofobia.

Por último, comentar que la presente novela guarda un par de ases en la manga. Ni nos queremos acercar a ellos por solo la posibilidad de desvelar algo; preferimos mantenernos en silencio. Disfrútenlo y, sobre todo, háganse al menos la mitad de las preguntas sobre las que el autor reflexiona al final de la obra.

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