
«Por la vía se iba acercando una comitiva fúnebre que debía de llevar a alguien adinerado en su carromato, a juzgar por el palio con el que cubrían el féretro, las plañideras profesionales que lo acompañaban aullando y golpeándose el pecho, y los ciudadanos y sacerdotes con toga negra que lo seguían.
La comitiva se detuvo frente a un pomposo mausoleo que por allí cerca se alzaba, de planta circular y adornado con guirnaldas de flores. Hasta sus oídos llegaron las siguientes palabras, pronunciadas por el flamen del culto imperial, Caro Saturnino: «Acompañamos en su última morada a Silvia Vital, muerta en la flor de su vida y con un marido y tres hijos a quienes deja huérfanos. Oh, Sol Santísimo, te imploramos que alejes con tus rayos de fuego la plaga que asola nuestros hogares, no nos sigas afligiendo con ella».
Lo primero que dedujo Rodrigo fue que la epidemia había alcanzado ya en el breve espacio de un día las mansiones más ricas de Tarraco; lo segundo, que la mujer fallecida era la esposa del edil Ovidio Vital, a quien distinguió enseguida, rodeado por sus tres hijos y recibiendo el pésame de los asistentes.
Antes de que pudieran terminar sus honras fúnebres acudió procedente de la ciudad otro carromato tirado por bueyes. Este iba erizado de brazos y piernas tiesos, pertenecientes a los cadáveres desnudos que lo llenaban; Rodrigo calculó a ojo que debía de haber como mínimo una veintena de ellos. Le seguía un centenar de pobres andrajosos que se azotaban entre sí las escuálidas espaldas, dejándolas casi despellejadas a causa de los golpes. La comitiva iba encabezada por el mismísimo arzobispo, Pablo Celiano, que, como de costumbre, estaba rodeado por un séquito de religiosos con sotanas y cruces. El arzobispo iba cantando con su voz poderosa de tenor:
Kyrie, rex genitor ingenite, vera essentia, eleison.
Kyrie, luminis fons rerumque conditor, eleison.
Kyrie, qui nos tuæ imaginis signasti specie, eleison*.
A lo que la multitud respondía coreando el estribillo:
Kyrie, eleison
Christe, eleison
Kyrie, eleison.
El carro se fue acercando, lento pero inexorable. En cuanto hubo quedado a escasa distancia de la otra comitiva, los honrados ciudadanos que formaban parte de ella echaron a correr y se desperdigaron por entre las tumbas, temerosos de que llegara hasta sus narices el hedor de la peste y quedaran contagiados si lo aspiraban y alcanzaba sus pulmones; entre ellos se contaba el propio edil, Ovidio Vital, que era precisamente el de piernas más ligeras. Y, la verdad sea dicha, los muertos del carro hedían tanto que su fetidez se podía percibir desde el mausoleo de Julio, situado a medio estadio de distancia. Desde allí eran perfectamente apreciables asimismo las llagas purulentas que se abrían en sus carnes hinchadas, espectáculo que no era nada grato de ver.
Tan solo el flamen permaneció impasible al lado del féretro de Silvia Vital, cortando el paso a los cristianos. En un primer momento los lictores que habían acompañado a Constante estuvieron a punto de acudir en su ayuda, pero finalmente acabaron por pensárselo mejor y decidieron permanecer donde estaban, a la expectativa
—¡Por la piedad de los dioses! —exclamó Caro Saturnino, dirigiéndose a Celiano—. ¡Coged otro camino, sectarios de Cristo, o aguardad al menos a que hayamos terminado de celebrar nuestras exequias!
Los cristianos detuvieron su marcha y se quedaron allí plantados, esperando a que el arzobispo les adelantara para encararse con el sacerdote pagano. Transcurrieron unos tensos momentos de incertidumbre en los que Pablo Celiano siguió avanzando hasta dejar atrás el carromato y situarse a la altura del féretro pagano. Habiendo llegado a ese punto, se volvió a la multitud llorosa de cristianos y proclamó en voz bien alta, para que todos lo oyeran:
—¡Qué grandeza de espíritu, permanecer impasible entre estallidos de devastación y muerte, manteniendo la esperanza en Dios! ¡Cuánta bajeza en cambio espantarse de una enfermedad que nos abre las puertas de la vida eterna, y huir como las ratas de ella! ¡Pagano —concluyó—, tus acompañantes te han dejado solo! No pienso detener nuestra marcha por ti ni por los dioses falsos a los que acabas de invocar.
El flamen se echó a un lado y dejó que los cristianos prosiguieran su camino. Por la manera con la que inclinaba su cabeza, se podía adivinar que se había quedado profundamente dolido, incapaz de replicar.
—Son valientes los cristianos —comentó Rodrigo.
—Bah, si poco o nada tienes que perder con la muerte, es bien fácil mostrar indiferencia ante ella —replicó Constante.
Nocturnalia. Joel Santamaría.
LA CRÍTICA HA OPINADO DE NOCTURNALIA:
“Me ha sorprendido muchísimo. Lo he leído como una novela corta, de un tirón. Magnífico giro a la parte más oscura de la condición humana y perfecta integración de lo real con lo sobrenatural. El autor sabe mantener, con un lenguaje sencillo y ágil, la tensión y el suspense en todo momento. En resumen, una muy buena lectura“
Mil libros en mi biblioteca.
“Nocturnalia es una novela para todo aquel a quien le guste el mundo clásico, (…) pero que a la vez mezcla género histórico con la fantasía, teniendo como resultado una lectura original y ágil. En definitiva, es una gran “novela histórico fantástica de terror”, no sé si es muy correcto el termino, pero a mí me suena bien.”
Caminando por la Historia.
“Ambientada en la ciudad de Palmira y en la Tarraco bajo imperial, estamos ante una intriga de terror con una sobresaliente documentación. (…)Los aficionados al género histórico y al género de terror disfrutarán a lo grande con una cautivadora trama en la que se mezclan la novela histórica, el thriller y el suspense.”
Me gustan los libros.
“Está muy bien escrito y documentado. Joel Santamaría nos ofrece la visión de la Roma de a pie. Es decir, no de las grandes gestas y batallas, sino de las gentes y como se vivía en esa época. Es una novela que se lee en unas tardes y es entretenida.”
El armario de Lubyjane.
“Me ha gustado mucho la originalidad de la historia y la ambientación. He aprendido muchos datos históricos que desconocía. Ha sido una lectura diferente y original, que no puedo dejar de recomendar.”
La biblioteca de Melania.
Hay más fragmentos de la novela en el apartado Curiosidades. En el siguiente enlace podéis leer el primer capítulo y comprar el libro:
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