Anfiteatro.

Anfiteatro de Tarragona. Foto del autor.

«Las autoridades se dirigieron al interior del anfiteatro utilizando la puerta central, indicada por un friso con el águila solar. La puerta daba directamente al pulvinar, el palco del gobernador. Los asientos de Constante y su criado se encontraban en la zona adyacente, entre las primeras filas y al lado del de Julio. Afortunadamente, el toldo estaba desplegado en su totalidad, protegiendo así a los espectadores de los inclementes rayos del Sol Invicto, en cuyo honor se celebraban aquellas fiestas. El anfiteatro estaba lleno a rebosar. Diez mil vecinos ocupaban las gradas. Algunos de ellos, los más jóvenes, se encontraban de pie bailando, berreando canciones obscenas, como el célebre Pedicabo ego vos et irrumabo, del insigne Cátulo. Su clamor burlesco conseguía reducir notablemente el de los cánticos cristianos, que resonaban a escasos pies de distancia.

La cacofonía causada por los dos tipos opuestos de música llevaba un buen rato resonando por las gradas del anfiteatro, cuando de improviso empezaron a oírse las notas solemnes de un órgano de agua. Los espectadores enmudecieron y pasaron entonces a sentarse y a fijar su mirada en el centro de la arena, expectantes. Un fornido efebo disfrazado del dios Sol emergió del suelo sobre un podio de madera, cubierto de polvo de oro y tocado con una corona radiada. De una de las aberturas laterales surgieron nueve doncellas disfrazadas de Gracias. Iban coronadas con laureles y vestidas con vaporosas y apretadas clámides que dejaban adivinar a la perfección sus encantos femeninos. Mientras el Sol iniciaba con voz de tenor un solemne himno en honor al divino césar y a Apolo (es decir, a sí mismo), las Gracias danzaban en coro a su alrededor entonando el estribillo y haciendo entrechocar los crótalos que llevaban en las manos. Terminado el himno, se volvió a oír el ruido de poleas y surgió entonces de las arenas otro podio con Némesis. La diosa desplegó sus alas y, echando una mirada iracunda a su alrededor, empezó a leer en verso los crímenes por los que se acusaba a los condenados, así como la sentencia emitida el día anterior.

Ambos dioses fueron tragados de pronto por el suelo, coincidiendo su desaparición con la entrada de los esclavos condenados. Los dejaron sueltos y sin cadenas en el centro de la arena, en medio de un decorado con cedros que representaba el lugar de origen de los leones: los bosques del Líbano. Al verlos aparecer, gran parte de los asistentes se irguieron de sus asientos y, presos del mismo frenesí que habían mostrado anteriormente, se pusieron a gritar en tono jocoso la consigna: «Christiani ad leones!», rememorando las últimas persecuciones ocurridas una decena de años atrás.

A todo esto, los tres condenados miraban en derredor, estupefactos e incrédulos, como si no acabaran de entender el lugar en el que se hallaban. Dion apenas podía tenerse en pie, a causa de las contusiones sufridas en el potro, y se apoyaba en Alexandra, su mujer; Andrómeda, la hija, cojeaba y seguía con los mismos ojos grandes y asustados que en la sala de torturas; tan solo su madre pareció darse cuenta de que habían instalado un refugio en un rincón de la arena, escondido entre los cedros. Tal y como solía suceder en tales ocasiones, el refugio estaba cerrado por dos de sus lados con unos rastrillos cuyos barrotes dejaban un espacio lo bastante ancho para que los condenados pudiesen pasar entre ellos y guarecerse en su interior, y lo bastante estrecho para que las fieras se vieran obligadas a quedarse fuera. Alexandra ya había conseguido arrastrar a su marido y a su hija unos pocos pasos en dirección al refugio cuando de pronto irrumpieron en la arena los leones.»

Nocturnalia. Joel Santamaría.

LA CRÍTICA HA OPINADO DE NOCTURNALIA:

“Me ha sorprendido muchísimo. Lo he leído como una novela corta, de un tirón. Magnífico giro a la parte más oscura de la condición humana y perfecta integración de lo real con lo sobrenatural. El autor sabe mantener, con un lenguaje sencillo y ágil, la tensión y el suspense en todo momento. En resumen, una muy buena lectura“

Mil libros en mi biblioteca.

“Nocturnalia es una novela para todo aquel a quien le guste el mundo clásico, (…) pero que a la vez mezcla género histórico con la fantasía, teniendo como resultado una lectura original y ágil. En definitiva, es una gran “novela histórico fantástica de terror”, no sé si es muy correcto el termino, pero a mí me suena bien.”

Caminando por la Historia.

“Ambientada en la ciudad de Palmira y en la Tarraco bajo imperial, estamos ante una intriga de terror con una sobresaliente documentación. (…)Los aficionados al género histórico y al género de terror disfrutarán a lo grande con una cautivadora trama en la que se mezclan la novela histórica, el thriller y el suspense.”

Me gustan los libros.

“Está muy bien escrito y documentado. Joel Santamaría nos ofrece la visión de la Roma de a pie. Es decir, no de las grandes gestas y batallas, sino de las gentes y como se vivía en esa época. Es una novela que se lee en unas tardes y es entretenida.”

El armario de Lubyjane.

“Me ha gustado mucho la originalidad de la historia y la ambientación. He aprendido muchos datos históricos que desconocía. Ha sido una lectura diferente y original, que no puedo dejar de recomendar.”

La biblioteca de Melania.

Hay más fragmentos de la novela en el apartado Curiosidades. En el siguiente enlace podéis enteraros de más cosas, leer el primer capítulo y comprar el libro:

https://www.planetadelibros.com/libro-nocturnalia/321348


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